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lunes, 13 de febrero de 2012

ÉRASE UNA VEZ... MI GRAN ÍDOLO:

Valdés en la final de la Champions en 2006.

Pocas son las personas que no tienen un ídolo en su deporte favorito. Es típico, habitual, casi obligatorio. Yo, tengo el mío: VÍCTOR VALDÉS.


Ha pasado tiempo, pero sé que era la temporada 2002-2003: en el banquillo o en la portería del Barça, depende del partido, aparecía tímidamente, un joven de apariencia chulesca para muchos. ¿Su nombre? Víctor Valdés. Tan solo tenía 21 añitos y se le estaba encomendando una difícil tarea: defender la portería del equipo azulgrana. Las órdenes las daba Van Gaal, aunque el joven Víctor, alternaba el primer equipo con el filial. 


En mi casa, siempre se ha visto al Barça, desde que nací, me pusieron delante de la televisión para ver a veintidós tíos correr, obviamente, yo no entendía nada hasta los cinco o seis años. Pero así he salido, futbolera hasta la médula. Recuerdo con nostalgia que la mayoría de los partidos los daba 'La 2' de TVE y que después, ofrecían un programa donde lo analizaban todo: 'Estudio Estadio'. 


Alrededor de los cinco o seis años, empecé a tomar conciencia de lo que era el fútbol y me gustaba. Quería saber más, por eso, 'freía' a preguntas a mi padre: "¿Y por qué el árbitro pita eso?"; "¿Qué es lo que ha hecho ese jugador?” “¿Y cómo se llama?"; "¿Cuándo vuelven a jugar?"; "¿Cómo distingo un fuera de juego?"... y todas esas preguntas que nos hemos hecho todos. Siempre me ha gustado escribir y conservo 'periódicos deportivos' hechos por mí en esa época; entre las muchas faltas de ortografía, comentaba, si así se le puede llamar, las noticias más relevantes del fútbol por aquel entonces.


Los partidos seguían y Valdés jugaba, hasta que Van Gaal un día decidió que Valdés debía volver al filial. Y a mí eso no me gustó nada. Apreciaba lo que hacía, algo que me parecía muy difícil y, además, me caía bien ese tal: 'Valdés'. Quería verle jugar más. Ponía la televisión con la esperanza de que dijeran: "El Barça juega con Valdés en la portería...", pero no. Poco después, Rijkaard asumió el papel de entrenador del Fútbol Club Barcelona y recuperó a Valdés. Solo con eso, para mí el holandés se había ganado el cielo. 


Recuerdo que los inicios de 'mi Víctor', como acostumbré a llamarle, fueron duros, que pocos apostaban por él, ni los propios culés. Me dolía, me dolía mucho. El tiempo pasaba y Valdés se iba adueñando de la portería, mientras, yo enloquecía con sus paradas y mataba (metafóricamente hablando) con la mirada a todo aquel que le criticaba. 'Mi Víctor' enamoró a Rijkaard, por lo que la titularidad era para él. Los "¡Vamos Valdés!" ya eran habituales durante los partidos en mi casa.


"¿Chulo? ¿Prepotente? ¿Borde?" Para mí no. Para mí era agradable y el mejor, el mejor portero. Sufría mucho porque las críticas hacia él no paraban y mi adoración por él, tampoco. 
En la Segunda temporada de Rijkaard, el Barça ganó la Liga y Valdés, el Zamora. Mi alegría era máxima: Valdés se convirtió en el portero menos goleado esa temporada. Yo sabía desde el primer momento que la confianza que deposité en él desde el primer día, valía la pena. Poco a poco me daba cuenta de que él era 'mi favorito', el que sobresalía por encima del resto. Para la mayoría, su ídolo era el que más goles marcaba, para mí, el que más goles paraba.


En mi casa, siempre se ha defendido a Valdés, defensa iniciada por mí, la cual un día se tradujo en: Víctor Valdés es mi ídolo. 


Imaginaros pues, cómo viví la final de la Champions frente al Arsenal en 2006. Aquel día, Valdés se consagró como el '1' indiscutible del Barça y yo no podía ser más feliz... mi ídolo estaba realizando un partido perfecto. Estuvo sublime. Mientras Belletti lloraba por su golazo, yo lo hacía por las innumerables paradas de Valdés, aquellas que fueron decisivas para el que el Barça levantara su segunda Champions League.


Desde los siete años tengo el mismo ídolo. Cada día le admiro más y no puedo estar más orgullosa de él. Ha cumplido 30 años y seguramente se retire dentro de aproximadamente cinco. Cuando llegue ese momento tendré un problema, porque no concibo un fútbol sin aquel joven que desde el primer día me encandiló con sus paradas. Ya no comprendo al deporte rey sin Víctor Valdés, el mejor portero del mundo hoy en día, aunque para mí  lo fue desde el principio: por saber sobreponerse a la grada; por luchar más que nadie por unos reconocimientos que tardaron en llegar; por realizar paradas que parecen imposibles y por llevar al Barça en volandas hacia los títulos, aquella bendita doble parada a Drogba, por ejemplo, que aun está en mi retina y dudo que algún día se marche.


Gracias Valdés, porque no existe ídolo mejor que tú, ni portero más determinante y completo. Gracias también por ser así como tú eres, porque gracias a eso, te ganaste el respeto y conseguiste la grandeza que hoy posees.


Por tener a un guardameta como ídolo, entiendo y aprecio esa difícil y bonita posición. Gracias a eso, también admiro y apoyo a otros porteros como Ángel Bernabé, Vicente Guaita, Andrés Fernández y una larga lista de ejemplos.


Para mí, el guardameta no es 'el villano' del fútbol, sino, EL HÉROE.



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